jueves, 7 de julio de 2011


¿QUÉ REPOSA DENTRO DE LA MENTE DE HERNANDO?

Miss Mime

Hay damiselas que sin duda alguna inspiran una melancolía similar a la de un camino sombrío; rostros perturbados por la tristeza inconmensurable que causa la indiferencia y el desamor.   
Dorotea, era el nombre de aquella fémina que habitaba en la única casa purpura de la calle 26, su rostro era blanco y perfecto como el alabastro pulido, poseía centelleantes ojos color canela y un velo de hermosura que cubría todo su ser.      

Desafortunadamente, no hay tan fugaz y engañosa flor como la apariencia exterior; al parecer  su despampanante belleza encubría su escasa inteligencia. Dorotea, se dejó cautivar por la retórica de Fernando, un hombre de baja ralea y apariencia tosca. La saeta del amor y el poco conocimiento de la conducta masculina, la condujeron a una senda miserable y oscura, a la que solo llevan el maltrato y el menosprecio.  

El sagrado vínculo del matrimonio sería el grillete que la encadenaría al hogar y a su esposo; aquella mujer fue víctima del maltrato físico, verbal y sexual por parte de aquel despreciable sujeto, la dependencia económica que en un inicio parecía ser una tentadora oferta para la joven, se transformó en un yugo asfixiante con el transcurrir de los años.
“La triste historia de Dorotea y su esposo desalmado”, o “Las desdichas de la chica del ojo morado” recorrieron todos los corredores del pueblo; las mujeres del lugar se deleitaban tejiendo habladurías alrededor del sufrimiento de aquella dama, e inventaban detalles adicionales al relato, con el objetivo de enmarañar el melodrama que envolvía la existencia de aquella señora.

Aquellas hablantinosas criaturas se  afligían ante los males y desgracias que aquejaban a la desdichada Dorotea, sin embargo su hipocresía les permitía disimular el sufrimiento que las perturbaba en sus moradas: infidelidad, maltrato, desdén y humillación. La historia de Dorotea era pública, pero en aquella infeliz villa se repetían tragedias similares en la privacidad del hogar, relatos rodeados por el silencio frío y sepulcral.       

Un sábado lluvioso de noviembre, decidí regresar al pueblo con el propósito de visitar a mis padres. Mientras caminaba hacia casa, tuve el infortunio de encontrarme con Victoria, la madre de Dorotea. Durante un breve monologo aquella anciana mujer se lamentó por la desgracia de su hija y se preguntaba incesantemente: ¿Qué podría haber ocasionado tales disgustos a Fernando?, o ¿En qué me habré equivocado en la educación de Dorotea?

Con el objetivo de finiquitar aquel lastimero drama, respondí a sus preguntas con algunas apreciaciones personales - Señora Victoria - Tal vez, el error fue inculcarle desde su infancia una devoción especial al género masculino. Usted, le ha susurrado durante toda su existencia, que el rol de la mujer en el  matrimonio es estar subyugada a la voluntad de su esposo.- Al escuchar mi respuesta, la anciana me miro con desconcierto y se marchó con rapidez.

El sufrimiento de Dorotea, demuestra que el amor puede ser pernicioso; el hombre amado puede llegar a ser el más cruel de los verdugos, y la ignorancia, el pábulo para funestas desgracias. La educación, es nociva cuando enseña a los individuos a avasallarse ante otros, y las comunidades cobardes, son baúles malditos que guardan las desgracias de los  desafortunados.                            

1 comentario:

  1. Escribir es tarea difícil y más cuando nuestros escritos tienen que ser creativos e interesantes, quiero felicitarte por poner a prueba tu talento, continúa haciéndolo.

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