miércoles, 20 de julio de 2011

EN BÚSQUEDA DE LA TIERRA PROMETIDA


Miss Mime

“Debes saber que tus descendientes vivirán en un país extranjero, y allí serán esclavos, y que serán maltratados durante cuatrocientos años. Pero yo también castigare a la nación que va a hacerlos esclavos, y después tus descendientes saldrán libres y dueños de grandes riquezas.”   Génesis 15, 13-15.

La graduación, es el capítulo que concluye el esfuerzo económico e intelectual de al menos un lustro; en aquella formal ocasión, los graduandos y sus familias creen haber llegado a la cúspide del éxito. Esta solemne ceremonia, suele transcurrir en escenarios pomposos, en los que cientos de hombres y mujeres desfilan con togas y birretes, en medio del júbilo del público, colmado de parientes engalanados con trajes formales.

Sin embargo aquella centelleante y efímera felicidad que produce la graduación, se transmuta con prontitud en angustia, aquellos rostros sonrientes adquieren un ademán de preocupación, cuando la tarea de ingresar al mercado laboral se convierte en una empresa titánica.  Aquel cúmulo de profesionales saliendo del abarrotado teatro, acaban de iniciar su travesía hacia la tierra prometida.

Aquel añorado lugar, es una promesa recurrente en las vísperas electorales; está figura ficticia suele ser una efectiva estratagema para captar la atención de los votantes incautos. En la campaña presidencial del año 2010, figuraron algunas propuestas de la actual administración que parecían ser extraídas de un relato de Lewis Caroll, algunas de ellas planteaban la generación de mínimo 2’400.000 empleos, la reducción total de la informalidad y la equidad de oportunidades laborales para mujeres, jóvenes, personas mayores y grupos étnicos.     

Según el último reporte del DANE, la cifra de desempleo en mayo de 2011 fue 11,3%, frente a 12,1% del mismo mes de 2010, aunque este porcentaje “evidencia” la disminución de la desocupación con relación al año anterior, dista considerablemente del exorbitante número anunciado durante la pugna por la presidencia.

Sin embargo la ciencia estadística solo revela una sección superficial y gélida de la realidad, e ignora el drama de la población desempleada ante la escasez de oportunidades, en especial de aquellos que están en búsqueda de su primer empleo. 

Los intrincados obstáculos que debe enfrentar un recién egresado para el hallazgo de un trabajo son innumerables; quizás el mayor desafío, sea lidiar con las avasallantes exigencias de las empresas – sean del sector público o privado-, que están tras la huella de profesionales jóvenes, con una amplia trayectoria laboral, capaces de soportar la alta inestabilidad laboral y se conformen con recibir como remuneración un pago que en ocasiones solo alcanza para solventar los gastos de transporte.     
        
Aquella desilusión que provoca el desempleo, la poca estabilidad laboral y los bajos salarios, genera en los jóvenes el “síndrome del gitano”, un curioso afán por emigrar de la ciudad intermedia a la capital, o viceversa, en busca de la anhelada “Tierra de las oportunidades”. Esta odisea es equiparable a la emprendida por los descendientes de Abraham en aquel árido desierto, una búsqueda plagada de precariedades, en medio de un entorno hostil y  desesperanzador.

Pronto, la ilusión de hallar aquel oasis prometido por el gobierno, se esfuma. Lo único que resta para aquel cúmulo de egresados errantes es continuar divagando por el vasto territorio nacional, en busca de la codiciada “Patria prometida”.    

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